Soy una mujer obsesionada. Eso es algo que ni los obispos en manifestación pueden cambiar. Y además de eso, ilusa. Por ello, cuando mi buena amiga
Phentesilea me dice "tía, es que estás obsesionada" no me sorprende lo más mínimo. Sí, es cierto, me obsesiono fácilmente, con cosas estúpidas por lo general pero, sobre todo, con cosas imposibles. Yo siempre fui Luke danzando por la galaxia lejana (total, allí lejos nadie me conocería...) y luego me transformé en el joven Obi-Wan, maestro de la fuerza. Después, quise casarme con un rey (y lo máximo que tengo es una carta supuestamente firmada por él, lo que me dio ánimos a seguir con mi ilusión) Mi vida va madurando según cambian mis obsesiones. Hoy es Star Wars, mañana será "La pasión del pelopincho" o cualquier tontería. El caso es que hay gente a quien le molesta, pero no lo puedo evitar, nací así, siempre esperaré más de la vida que lo que me da, al fin y al cabo, paso seis horas de mi vida viajando e imaginando al día, ¿por qué no? Y sí,
Phentesilea, estoy obsesionada, pero es algo que no puedo evitar, aunque intentaré controlarme al hablar de los temas... (aunque bonica, con Rutherford no lo haces nada mal :P)
Eso sí, ninguna de las obsesiones tiene visos de realizarse. Una vez compré en ebay una sábana de Star Wars, allá por los lejanos días de septiembre. Problema: me hacía demasiada ilusión. Pues bien, nunca me llegó y seguro que no lo hace jamás... es el problema de mis obsesiones, son imposibles...
Pero me gusta obsesionarme (sanamente). Le da sal a la vida. Quien no lo hace en algún momento de su aburrimiento, es un desaborío. Qué queréis que os diga...