Siempre quise hacer el mono. De hecho, siempre hago el mono, esté donde esté. A veces pienso (cuando pienso) que yo debo ser el eslabón perdido. Me encanta hacer el mono, o el gorila (¿verdad Cris?) Nunca pensé que eso se haría en televisión. De hecho, es ridículo. Tan ridículo como para provocar el carcajeo constante durante mucho tiempo (y no hablo del tiempo inmediato, hablo de esas clases aburridas en las que te viene a la mente el "por favor, por favor" de la Ranita (Araaaantxaaa) o el mono que dejó de fumar) Y entonces de despilporras y te preguntas por qué una estupidez tan grande te provoca tanta hilaridad. Y lo cierto es que no lo sé, ni creo que nadie, por muy psicólogo o psiquiatra que sea llegue a una conclusión coherente. Siempre deseé hacer el mono en televisión, pero no en programas estúpidos del corazón o semejantes, vamos, no en reality shows de tres al cuarto. No, yo deseé hacer el mono, vestida de mono, gritando como un mono y tirando cosas como un mono (al fin y al cabo no suspendí prehistoria tres veces porque no lo supiera sino porque me encantaban los monos y quería estudiarlos más a fondo, que se lo digan a Fortea...) Y ahora ese tío que no sé quién es cumple mi sueño de hacer el mono... Bien, otros dirán que hago el mono constantemente... pero no es lo mismo...
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