A pesar del frío terrible que me sorprendió en tirantes ya en Oviedo, sigo viva. Ya sé que parece que no por estos lares, pero es que la creación literaria bloggística necesita de noches como la de ayer. Se estrenó Cuatro con éxito relativo. Tan sólo pude ver a un Iñaki nervioso pero audaz, en la boca del gallo y en la puerta de la noticia. A una Eva Hache nerviosa y poco más. Pero si a alguien debo mi indignación es a Carolina Ferré. Vamos a ver, yo no tengo nada en contra de la chica (y ahora no me jodáis, lectores diciendo lo contrario ni diciendo tonterías) No tengo nada en contra y punto. Pero el espacio se le queda grande. No grande, enorme. Frases memorables como "es que a los pobres niños les hacen leer el Quijote o La Regenta, que yo no los entiendo" o "Señor Bosé, la verdad es que no sé qué preguntarle, ¿por qué no me habla usted?" Dejan de piedra a cualquiera. Estoy convencida de la profesionalidad de la señorita Ferré pero ayer concedió un espectáculo lamentable para los anales de la televisión (y que no se me enfade Lucien Fevbre) Y digo yo, si la cultura que pretendía defender cuenta con amigos así, cuando vengan los enemigos ¿qué será de nosotros? El Quijote no es un libro difícil de leer incluso La Regenta no deja de ser más que una novela de faldas y líos sentimentales... Cuando estos niños súperprotegidos como ya dije y redijo Phentesilea, comiencen la Universidad sin haber tenido esa cultura y les obliguen a leer a Fevbre, Harris, Bloch y demás eruditos necesarios ¿qué sucederá con el mundo? No lo quiero pensar. Tengo miedo. Como apasionada lectora de casi cualquier cosa me rebelo contra la señorita Ferré. Me rebelo contra ese gag con Julio Verne como porrero empedernido. Aunque hay que reconocer una cosa. Si estos programas continúan en esta progresión, se crearán miles de lectores más. Es lo único agradecible a la Ferré.
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