Tu nombre viene cargado de intención. Desde siempre añoraste a los antiguos, quizás heredera de una tradición desconocida, ¿están en tus genes las penurias de los antepasados? Tal vez no tenga que ver, pero tú, Arcadia, te fuiste a enamorar del hombre equivocado, como siempre haces en tu vida, todo mal, querida. Nunca hiciste una carrera con futuro y en el último año te prendas sin sentido por el profesor de clásicas, un jorobado con una lengua espesa y cándida voz que sin embargo contra lo posible, también te corresponde, o eso piensas. Arcadia, tu vida es falsa, un anciano encorvado se aprovecha de tu cuerpo y tú, pobre infeliz, piensas que es amor mientras le susurras al oído lo mucho que aprendes con las inscripciones en latín. Siento pena, muchacha, por ti. Tus compañeros, colocados, con un futuro más o menos cierto y tú, mujer con un alma que no cabría en el pecho de un elefante, haciendo carantoñas de papel, pobre chiquilla... No puedo seguir... |