Hace diez años dejé de creer en Dios. Hasta entonces yo había sido muy católica, movida, quizá, por el espíritu familiar. Después del secuestro de Miguel Ángel Blanco, hace 10 años, me di cuenta, a mis 14, que no podría existir. Hoy, tras tanto tiempo. Tras haber madurado intelectualmente, sigo sintiendo un vacío espiritual que me arrebataron al obligarme a creer que todo aquello que me habían contado en el colegio (de monjas) era mentira. Por eso no soy capaz de poner un retrato entero, tan sólo unos ojos. Por eso, cuando escucho ese nombre me invade un nihilismo absoluto. El 12 de julio de 1997 me hice adulta. Y mientras mis ojos se humedecen escribiendo esto y sólo quiero maldecir a ese en el que no creo desde hace 10 años, siento un profundo asco e indefensión a la manipulación pública que se ha llegado. Porque yo, siendo muy izquierdista (incluso muy radical) hace diez años perdí todo lo que era por culpa de un hombre que ni compartía mi ideología, ni conocía ni debía haber sentido nada por él. Y ahora, han silenciado mi nombre y mi pérdida de fe para lograr un mártir. Y me siento traicionada por una democracia que lo permite, por una democracia que me llama etarra al no votar a aquéllos que me insultan. Yo, hoy, sólo quiero rendir un homenaje a Miguel Ángel Blanco.
Te agradezco que me hayas hecho dejar de creer en dios.
S.T.T.L.
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Yo, muchas veces, lamento escribir estas cosas. Pero los que me conocéis sabéis lo mucho que significó para mí, lo mucho que me sentí abandonada y descubrí que la sociedad no era ese cuendo de hadas que me habían contado mis padres.
Y, cada año, necesito, por una cuestión moral conmigo misma, recordarlo...
Lo más curioso es que, estando en Granada, descubrí que no era la única...
Espero comprensión a los habituales del blog.