"Lejos de su hábitat natural, el ganado de los establos se vuelve más propenso a contraer todo tipo de enfermedades. Y lo que se les da de comer a menudo contribuye a la propagación de la enfermedad. El aumento del precio del grano ha fomentado el uso de alimentos más baratos para el ganado, especialmente sustancias con un alto contenido en proteínas que aceleran el crecimiento. Hasta agosto de 1997, alrededor del 75 por ciento del ganado de Estados Unidos se alimentaba de forma sistemática de desechos de animales, los restos transformados de ganado ovino o vacuno muerto, además de millones de gatos y perros muertos cada año comprados a las entidades de recogida de animales. La Administración de Alimentos y Fármacos estadounidense (FDA) prohibió tales prácticas después de que diversas evidencias en torno al Reino Unido sugirieran que este era el responsable de la epidemia generalizada de encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida también como enfermedad de las vacas locas. Sin embargo, los actuales reglamentos de la FDA permiten que los cerdos y los caballos muertos se transformen en alimento para el ganado, así como las aves de corral. Dicho reglamento no solo permite alimentar al ganado vacuno con aves de corral sino alimentar a las aves de corrar con ganado vacuno muerto. Actualmente los norteamericanos que pasaron más de seis meses en el Reino Unido durante la década de 1980, tienen prohibido donar sangre con el fin de evitar la propagación de la variante humana de la EEB, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Pero en Estados Unidos la sangre del ganado sigue formando parte de los alimentos que se dan al propio ganado. Steven P. Bjerklie se horroriza al ver lo que en la actualidad se da de comer al ganado. "¡Maldita sea! se trata de rumiantes -declara- . Están hechos para comer hierba y quizá, grano. Quiero decir que si tienen cuatro estómagos es por una razón: para comer productos que tengan un alto contenido en celulosa. No están hechos para comerse a otros animales."
"Su hijo Alex, de seis años de edad, fue infectado por la bacteria (E. coli 0157:H7) en julio de 1993 después de haber ingerido una hamburguesa contaminada. La enfermedad se inició con calambres abdominales que parecían tan fuertes como los dolores de parto. Luego evolucionó a una diarrea que llenó de sangre el lavabo del hospital. Los médicos trataron desesperadamente de salvarle la vida, haciéndole agujeros en el cráneo para aliviar la presión e insertándole tubos en el pecho para que siguiera respirando, mientras la toxina Shiga destruía sus órganos internos (...) Al final Alex sufría alucinaciones y demencia y ya no reconocía ni a su padre ni a su madre. Varias partes de su cerebro se habían licuado."
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