Quien no ve la hermosura que tiene el perder la vida por no perder la honra, no tiene ni honra ni vida. Si Dios fuese servido que esta ocasión la perdamos, moriremos en defensa de la fe católica, por el crédito de nuestro príncipe y por la reputación de nuestra nación. Espero que habremos de salir bien de este empeño y así no os espante el número, que cuantos más fueren, tendremos más testigos de nuestra gloria. ¡Santiago y a ellos!
Antonio de Oquendo, 1611.
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