...inmensa alrededor de un montón de gente. Cuando todo lo que te rodea es extraño y extrañas lo que más lejos está.
Cuando todo lo amigo desaparece tras de un halo de día inmejorable.
Cuando a las dos de la mañana, a oscuras, entre ruidos de ratones trajinantes e imperceptibles ronquidos de tu hermana, quieres llorar.
Porque todo me es extraño. Porque ya no es como antes, cuando nada tenía secretos. Ahora, tú tienes un piso y te encierras en él, huyendo de la presencia de los monstruos que te acosaron siempre, con tu novio, o eso decís, más falsos que nunca. Con tu plasma, con tu cocina a medio amueblar y la negativa a abandonar la guarida, loba herida de muerte hace mucho tiempo.
Porque tú, ya famosa, cuando me dijiste que me buscara otros amigos (tú ya tenías los tuyos y nada querías saber de mí) debía haberlo hecho, para no sentirme tan sola en estos momentos en los que la gente me rodea. Extraños, todos son extraños. Y quiero pensar que aún eres mía, aunque no comprenda nada de lo que pase alrededor. Aunque llegue tarde, me disculpe (dicen que amar es no decir nunca "lo siento") y los momentos con vosotros me hagan feliz. No entiendo nada, estoy al márgen, siempre lo he estado. Como dices, Pan me atrapó hace muchos años, que las fotos no me han cambiado. No lo harán, lo sé y contra nada puedo arremeter porque soy yo misma... Y estoy realmente jodida.
Porque los mejores planes se truncan. Porque tú, corrosiva tu cabeza en un océano de tempestades acompañadas de los virus, reniegas de lo que te hizo feliz. Y no piensas en lo que me hace feliz. Y tú, sirena cuan delfín perdido, varada en una playa juvenil que no quieres abandonar, risueña princesa de zapatos de charol y lentejuelas apagadas.
Porque tú, también, más allí que aquí, me pareces lejana, amiga. Y en cambio, tú, que estás lejos, estás tan presente... Y vosotros, desconocidos, tan conocidos ahora, separados por un estúpido papel más ocho horas, doce uvas y brindis a la luz de las nuevas proposiciones para lo que siempre será igual.
¿Y yo? ¿Qué soy yo? Neblina de media noche junto al Cantábrico que adoro. Condenada al exilio de un corazón atrapado en un horrible pasado, un presente desalentador y un terrible futuro.
Os quiero. Lo juro. Pero a veces os diría tantas cosas y nunca puedo. A veces desnudaría mi hígado (los romanos lo llamaban corazón) Miedo... Soledad... |