La mala suerte que me trae por Navidad, junto con botellas de vino, chorizos y, en este caso, patxarán y banderillas, como no podía ser de otra manera, llegó junto a mí en el tren hoy. Mi ratona Profesor Gutiérrez Travestido (Avelino, para mis hermanos) estaba, agonizante, junto a la escalerilla de subida a su caseta. Con la boca destrozada a causa, probablemente, de un mordisco y la sangre cubriéndole el pecho. Con los roedóricos dientes sobresalientes y una respiración pausada. El veterinario dice que era muy vieja, pero también, que alguien se encargó de hacer que no lo fuera más. El frío de mi congelador acabó con ella. Allí, junto a las empanadillas y los calamares, junto a los chipirones y los helados.
Descanse en Paz.
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Valla,lo siento de veras,a todos nos llega nuestra hora,nadie es inmortal,Lo importante yo creo es que lo qe halal vivido,lo viviese bien,agusto.
descanse en paz!