Reproduzco íntegramente el artículo de Rafael Reig, de hoy domingo, publicado en La Voz de Asturias.
Los palestinos no se enteran. Y miraque se lo habían advertido. Ya antes de las elecciones, Javier Solana, el matón de la UE, les había amenazado con quitarles la pasta si no votaban a quien él quería. Esto antes se llamaba caciquismo, ahora es diplomacia. Aún así, van y votan a Hamás. Una cosa es que se les permita votar y otra, muy distinta, que voten a quien ellos quieren y no a quien diga la UE y Bush. Hasta ahí podíamos llegar: se les da la mano... ¿Habrá que anular las elecciones hasta que esos cabezotas elijan a quienes nosotros queremos, como ya se hizo en Argelia?
Hamás es un partido con una orientación muy religiosa. Como la Democracia Cristinana, el PP o el partido del propio Bush, que aún permite no enseñar a Darwin en las escuelas. De hecho, sus jefes se entrevistan con los jerarcas de su iglesia. Como hace Zapatero cuando va a ver a nuestro imán, que se hace llamar Benito en latín y es jefe de Estado.
El dinero de los impuestos seguro que se lo gastan en enseñar el Corán, igual que hace nuestra Conferencia Episcopal en los colegios concertados o el integrista Opus en los suyos. Hamás es terrorista, es decir, se resiste a la ocupación y no respeta los acuerdos. Como Israel, un estado terrorista que se ha pasado por el arco del triunfo todas las resoluciones de la ONU y sigue asesinando (pero de forma selectiva), construyendo muros y acogotando a los palestinos.
Hamás no quiere reconocer al estado de Israel. Israel tampoco al de Palestina. Por eso, la conclusión de los demócratas al estilo Solana es que hay que presionar y extorsionar a Hamás y "apoyar" a Israel. Supercalifragilístico. El verdadero problema debe ser que son moros.
Está bien ser fundamentalista, pero sólo de la religión verdadera, como Bush y Rouco Varela. Está bien defenderse con las armas, pero sólo para los judíos o los americanos. Está bien votar a quien te dé la gana, pero sólo si no eres musulmán. La verdadera democracia consiste en que ellos hagan lo que nosotros queremos, pero los palestinos no se enteran de nada, como los niños perdidos en el país de Nunca Jamás.
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