Hoy ha sido un día extraño, como tantos. Pero me afluyeron pensamientos a la cabeza que no había tenido últimamente. Todo vino porque Rubén, el hermano de mi novio, me acompañó a Caja Duero, en la Gran Vía de Logroño hoy por la mañana para hacer un ingreso para un congreso sobre el Campaniforme (sí, hijos, me da por venadas así) Pues a la vuelta, los chicos del instituto Sagasta estaban en el recreo preparándose para recibir las notas y marcharse a la Laureada. La Laureada consiste en irse en tropel a la Calle Laurel a ponerse morados de pinchos, vino y kalimotxo para celebrar el comienzo de las vacaciones, luego están San Quiero y San Me Apetece que consisten en, básicamente lo mismo, pero cualquier día del año. Yo, en mis años de estudiante, creo que tan sólo tuve una espicha. Esta fue en un llagar de Cabueñes y recuerdo perfectamente que estábamos Sofía, Juan (alguien más que no me acuerdo, cachis) y yo y que celebrábamos haber concluido las pruebas de selectividad. Más allá de eso, nada. Nunca me he ido de fiesta ni colegial, ni del instituto ni, para que veáis, de la Universidad. Se supone que la vida universitaria es jauja, que todo el día se está de fiesta, de farturas, de juerga y borrachera, pues bien, recuerdo haber ido a dos cenas de clase, pero no de mi clase, sino de clase de Sofía, que al menos cuando las organizan, avisan a la gente. Recuerdo emborracharme, sí, pero con gente de filología, recuerdo a Alarquinos Jr. perseguirme y yo evitarle, pero no recuerdo a nadie de mi clase haciendo lo propio... Siempre he tenido mala suerte. Siempre porque, aunque intentaba ser una mujer sociable, primero me rechazaron por mi gordura y, cuando adelgacé y me quedé como estoy ahora, usea, normal, me rechazan por moverme y hacer cosas que ellas querrían hacer (me refiero a excavar, hablar con los profesores y llevarme bien con ellos, etc) Antes era la gorda, ahora soy la pelota... ¿qué se le va a hacer? Yo al menos no me voy con los profesores de vacaciones a su casa ni me tomo cafés con ellos habitualmente ni ando intrigando por los pasillos... Creo que si me he ganado la confianza de algún profesor ha sido por mi trabajo y no por el peloteo del que se me acusa. En fin, que de todas maneras, peloterismo o no peloterismo, me queda un año de carrera en el que no habrá ninguna fiesta, ni ninguna cena, incluso no habrá ninguna palabra amable para conmigo ni para con nadie, vivo en una horrible competitividad, en un sinmás de "tú eres mi rival y te odio". QUIERO UNA FIESTA, REIVINDICO MI DERECHO A PASÁRMELO BIEN COMO TODO UNIVERSITARIO Y PUNTO EXIJO UNA GASCONADA (qué triste que tenga que decirlo aquí...) |
Felicitaciones por tus viajesy tu exitos desde tierras de los incas .