Estos días, por una u otra noticia me he parado a pensar más o menos en mi vida. Desde muy, muy pequeña leía los carteles de la calle, las señales, y le daba la tabarra a mis padres para que me dejasen coger libros y leerlos. Los libros han sido algo importantísimo en mi vida, quizá lo que más. Y de todos esos libros, recuerdo que mi madre pidió uno al Círculo de Lectores una vez porque le hizo gracia el título: “Mort”.
“Mort” fue el primer libro de Terry Pratchett que cayó en mis manos allá por 1991, cuando yo tenía ocho. Desde entonces y hasta ahora puedo decir, con la cabeza bien alta que Sir Terry Pratchett es y, seguramente, será mi autor favorito.
Esto me ha hecho reflexionar sobre la compañía que pueden hacer los libros. Ahora, que Pratchett ha hecho firme su opción de una muerte asistida por el avance irremisible de la enfermedad de alzheimer en su brillante mente, me doy cuenta de que, a pesar de ser un escritor inglés al que, probable y desgraciadamente, nunca conoceré, es un amigo.
Mi caso con Pratchett y Mundodisco no creo que sea excepcional. Veo a la gente hablar con pasión sobre los libros de George R. R. Martin y yo misma conocí en mi juventud a muchos apasionados de Tolkien (miembros y no miembros de la STE), otros fanáticos de Reinos Olvidados y Dragonlance o mi hermana, obsesionada con los libros de Laura Gallego. Y quizá lo que tengamos los seguidores de literatura fantástica, en vez de la soledad friki que muchos se empeñan en achacarnos, sea que creamos amigos en los libros, los vivimos y damos a la realidad una nueva dimensión. Podrá haber televisiones en 3D pero el modo en que yo misma o cualquier fan de una saga fantástica es capaz de asimilar o imaginar mientras lee, vale mucho más que cualquier pantalla plana.
Algo se muere en mí al saber de la enfermedad de Pratchett. Igual que algo se murió al saber que Tolkien ya no había escrito más libros (después de leer el último que me quedaba, creo que fue Hoja de Niggle) Porque los aficionados a la literatura tenemos un vínculo especial con nuestros autores. Afortunadamente, siempre podremos reabrir los viejos tomos y rememorar nuestra amistad. Y sé que es posible que esto suene muy friki (en el sentido peyorativo de la palabra) pero no creo que lo sea ni mucho menos. Leer es saber, viajar, conocer, acercarse a otras cosas y probablemente una de las experiencias más beneficiosas para la mente. Por ello, la unión entre lector y autor es firme y necesaria.
Para terminar, una pregunta interactuante: ¿quiénes han sido esos autores que te han acompañado en tu vida? Si ya no escriben, han muerto, o se han ido de vacaciones con Curro al Caribe, ¿los echas de menos? |