- ¿Qué esperamos agrupados en la plaza?
A los bárbaros, que hoy llegan.
- ¿Por qué tal calma en el senado? ¿por qué los senadores no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.
- ¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Los bárbaros ya nos darán sus leyes cuando vengan.
- ¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado
en su alto trono, coronado y solemne?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir
a su jefe. Al que hará entrega
de un largo pergamino. En él
escritas hay muchas dignades y títulos.
- ¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas,
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados
en oro y plata, signos de su poder?
Porque hoy llegan los bárbaros;
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.
- ¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores
a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.
- ¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?
Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
Y gente venida desde la frontera
afirma que ya no hay bárbaros.
- ¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Quizá ellos fueran una solución después de todo.
Konstantino Kavafis (1863-1933)