Definitivamente, lo odio. Odio tener tiempo libre. No sé si tengo amigos o simplemente conocidos, o desconocidos más bien, o simplemente gente que me ha dado su número de teléfono.
Todos tenemos días chungos, pero lo mío es innato. Si después de ser feliz por un sobresaliente en Pop y una actuación de un pésimo mimo no viene más felicidad, es que está usted enfrente de Krasnaya.
Hoy me he sentido bien. El grupo de cómicos de Giramondo me ha sacado como Antonella, la domadora en un espectáculo cómico. Genial, la piu bella Antonella. Y poco más.
Me explico. Llevo dos días de vacaciones oficiales post carrera. Dos días de aburrimiento supremo, de siesta tras siesta, de tres libros en una semana, de internet saturado. Y mis amigos no aparecen, no responden a sus promesas de "te llamo mañana para quedar a ver el teatro" o a "porfi acompáñame a buscar a mi novio". Por ello me pregunto, ¿realmente tengo amigos? ¿Los tengo? ¿Sólo están para contarme sus penas y no para quedar conmigo? ¿para que les diga las notas de clase cuando vaya a Oviedo? ¿para quedar un fin de semana en el que se necesita un coche?
Siempre me quedará la rosa de plástico, qué paradoja, una flor de plástico. Con lo que las odio... Pobre Antonella...
|