... El Prizee es un modo de pasar el tiempo. Sabes que nunca te vas a llevar nada, pero sigues jugando, acumulando céntimos y céntimos. Eso es lo que estoy haciendo ahora. ... Mientras tanto, lloro. No tengo muy claro el motivo ¿o sí? Lo cierto es que ahora mismo, me siento idiota. Carmen, mi Carmen Vidal, mi traductora, mi filóloga, mi compañera de ruso. Mi querida Carmen, se marcha el día 20 de mayo a Canadá a trabajar como correctora de videojuegos. Y mientras tanto, yo juego al Prizee. ... Y mientras tanto lloro, como una estúpida, porque no soy capaz de llamarla para decirle lo mucho que la quiero, mientras Dulcín se estrella con su avión, mi corazón se encoge pensando en que la perderemos, que se va y que soy incapaz de despedirme de ella. ... Es por egoísmo. Cuando marchó a trabajar a Port Aventura, la eché de menos como nadie a nada. Era mi compañera de ruso, de borracheras, de cafés... Y no la despedí. Pero era Cataluña. Ahora es Canadá. No podré darle un abrazo, pero no porque no la vaya a ver, sino porque aún no me creo que mi Carmen se vaya. ... Yo la quiero. La quiero sinceramente. No nos vemos mucho, pero no lo concibo, no concibo que ella no esté ahí. Ella fue, durante mucho tiempo, mi mejor amiga. Ella me sacó de casa, me espabiló, me hizo persona. Y yo la quiero. ... No quiero que te vayas, Carmen. Pero no te lo diré, seguiré llorando mientras Blublú observa el géiser subacuático, mientras los peces me dan céntimos estúpidos que jamás serán míos como tú fuiste, Carmen. Es lo mejor para ti, debes irte. Pero no quiero aceptarlo. ... Te quiero, amiga.
|