No soy capitalista, como pueden observar. Cuando leo libros como "La doctrina del shock" se me revuelve tanto el estómago, que tengo que ir parte por parte para asimilarlo. Un libro muy recomendable.
Pasó en Sudáfrica cuando el ANC obtuvo el poder y los economistas de Chicago les engañaron e impusieron sus condiciones. Este es un extracto del libro “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre” de la economista canadiense, Naomi Klein.
“¿Qué quieren redistribuir tierras? Imposible. En el último momento, los negociadores accedieron a añadir una cláusula a la nueva constitución que protege toda la propiedad privada y hace prácticamente inviable cualquier intento de reforma agraria que pase por la redistribución de los terrenos de cultivo y pastoreo. ¿Que quieren crear empleos para millones de trabajadores en paro? No pueden. Centenares de fábricas estaban a punto de cerrar porque el ANC había suscrito el GATT, el acuerdo precursor de la Organización Mundial de Comercio, que ilegalizaba los subsidios a las plantas de producción de automóviles y a las industrias textiles. ¿Que quieren conseguir medicamentos gratuitos contra el sida para los townships, donde esta enfermedad se extá extendiendo a una velocidad terrorífica? No, pues eso vulnera un compromiso de respeto de los derechos de la propiedad intelectual contenido en el acuerdo constitutivo de la OMC, en la que el ANC introdujo al país sin mediar debate público alguno, simplemente como continuación natural del GATT. ¿Que necesitan dinero para construir más viviendas (y más grandes) para la población pobre y para llevar electricidad gratuita a los townships? Lo sentimos. El presupuesto está siendo consumido casi por completo por el pago de una enorme deuda transmitida, como no quiere la cosa, por el gobierno del apartheid. ¿Que quieren emitir más moneda? Vayan a decírselo al jefe del banco central, que es el mismo que había en la era del apartheid. ¿Agua gratuita para todo el mundo? Lo dudamos mucho. El Banco Mundial y el amplio contingente de economistas, investigadores y formadores que aquél tiene operativo en el propio país (una especie de autoproclamado "banco de conocimientos") están haciendo de las sociedades privadas la norma en el sector servicios. ¿Que quieren imponer controles a la circulación de divisas para proteger al país de una especulación salvaje? Eso vulneraría el acuerdo de 850 millones de dólares firmado con el FMI (¡cómo no!) justo antes de las elecciones. ¿Aumentar el salario mínimo para reducir el diferencial de rentas heredado del apartheid? No. El acuerdo con el FMI nos compromete a promover la "contención salarial". Y ni se les ocurra ignorar estas obligaciones: cualquier modificación será considerada una muestra de nula fiabilidad, de falta de compromiso con la "reforma", de ausencia de un "sistema reglamentado". Todo eso provocará, a su vez, quiebras monetarias, recortes de las ayudas y huída de capitales. La conclusión principal era que Sudáfrica era libre, pero, al mismo tiempo, cautiva: cada una de aquellas misteriosas siglas y acrónimos representaba uno más de los hilos de la red que maniataba al nuevo gobierno.” |